Dentro del plan de acción diseñado por la Organización Mundial de la Salud (O.M.S) para la prevención y el control de las enfermedades no transmisibles 2013-2020, se consideró que cuatro categorías de enfermedades –las cardiovasculares, las respiratorias crónicas, el cáncer y la diabetes–
son las principales responsables de la morbilidad y la mortalidad por enfermedades no transmisibles.
Esos cuatro tipos de enfermedades no transmisibles pueden prevenirse o
controlarse en gran parte mediante intervenciones eficaces que abordan factores de riesgo comunes, como son el consumo de tabaco, la dieta malsana, la inactividad física y el uso nocivo del alcohol, así como mediante una detección
y un tratamiento tempranos.
Algunas de las recomendaciones consisten en:
• reducir la concentración de sal/sodio en los alimentos
• eliminar virtualmente los ácidos grasos de tipo trans en los alimentos y sustituirlos por ácidos grasos insaturados
• reducir la concentración de ácidos grasos saturados en los alimentos y sustituirlos por ácidos grasos insaturados;
• reducir el contenido de azúcares libres en los alimentos y las bebidas no alcohólicas
• reducir el tamaño de las raciones y la densidad energética de los alimentos, con miras a limitar la ingesta
excesiva de calorías.
• Crear y preservar entornos edificados y naturales que respalden la actividad física en las escuelas, los lugares
de trabajo, los ambulatorios y los hospitales, así como en el resto de la comunidad, prestando especial
atención a las infraestructuras que posibiliten el transporte activo (por ejemplo, desplazamientos a pie y en
bicicleta), las actividades lúdicas y recreativas activas y la participación en los deportes.
Es evidente que todos podemos unirnos en un frente de prevención contra este tipo de enfermedades adoptando un estilo de vida activo y saludable que incluya, entre otros, un plan nutricional completo y equilibrado. He aquí una buena opción